Recuerdo, como si
fuera hoy, que el 12 de mayo de 1995, siendo aproximadamente las cuatro y media
de la madrugada, me despertó un fuerte remezón cálido en todo mi cuerpo: sudaba
a borbotones, ahora no sé si despierto o semidormido; así acostado en mi cama permanecí
por un tiempo indefinido con una sensación de éxtasis, deleite, amor y
felicidad.
Cuando por fin me
desperté de aquel placentero éxtasis (después supe, que así era como se llamaba
este fenómeno divino), tal vez porque ya los rayos del sol se filtraban
descaradamente por las brillantes celosías de la ventana de mi alcoba, fue que
me puse a meditar acerca del extraño suceso que me había ocurrido y sólo
recordaba nítidamente lo que me había dicho Dios:
“Tómate 20 años para
prepararte, busca los caminos de Dios, escudriña la Escritura Sagrada (Biblia),
no juzgues a nadie y ten siempre presente, de primero a Dios, en todos los
actos y hechos de tu vida, porque te voy a encomendar una MISIÓN importantísima
…”. Aquí el Señor hizo una breve pausa y yo aproveché, y le pregunté: ¿En qué
consiste esa Misión, Señor? Él con una voz pausada y solemne, me respondió:
“Cuando se cumpla en tiempo de la Misión, se te informará en qué consiste”. Al
terminar esta última palabra se volvió etéreo y comenzó a ascender en un gran
torbellino que se perdió rápidamente en la inmensidad del cielo.
Una semana antes del
12 de mayo de 2015, yo estaba pendientísimo, porque sabía y recordaba que el
tiempo del encargo de Dios, ya casi se cumplía: hasta que el 12 de mayo del año
en curso, como a las seis de la mañana, yo apenas acababa de levantarme, cuando
de pronto todo el cielo se encapotó, llovió a cántaro sobre Gaira, me volví a
acostar, oré el Salmo 18 el de victoria e inmediatamente me quedé profundamente
dormido y Dios me reveló en el sueño el siguiente mensaje:
“Te felicito has
cumplido hasta ahora fiel y parcialmente con el Encargo, estoy contentísimo y
lleno de alegría por ti”. Cuando me dijo esto se sonrío y me miró con unos ojos
pletóricos de ternura y dulzura: ¡Este rostro con estas facciones divinas se
tornó inefable e indescriptible, no pude soportar la emoción de dicha y gozo,
que produjo aquella intimidad con Dios! Y casi mudo, con el rostro bañado por
lágrimas de felicidad, balbuceando le dije: “Gracias Dios”. Y Él, Dios, con una
voz queda y muy cerca de mí, me dijo: “¿Y gracias, por qué?”. Le respondí,
todavía balbuceando y con las palabras entrecortadas: “Gracias Dios por
permitirme verte, gracias por aceptar que yo esté aquí tan cerquita de ti
…aunque sea en este bendito sueño”. Se quedó mirándome unos segundos, con esos
ojos hermoso, de padre engreído y me espetó: “Dos cosas debo aclararte:
“La Primera objeción,
es que yo no soy Dios, yo soy JESÚS DE NAZARET, soy El Mesías, soy el Hijo de
Dios, hecho hombre, crucificado y resucitado”. Siguió diciéndome: “La Segunda
objeción es, que yo no soy un sueño: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, ¿O
no te parece?”, me interrogó. Le contesté todo apenado: … Pues sí, perdóname”.
Se quedó absorto observando el cielo y como si hablase con el mismo, manifestó:
“No te preocupes que, no tengo nada que perdonarte …Te pasó igual que a SARA,
que se sonrió, cuando le anuncié que iba a tener un hijo a pesar de su
ancianidad y sin embargo, también la perdoné”.
Después de serenarme,
JESÚS DE NAZARET me dijo: “Tu Misión consiste en Fundar y Crear la IGLESIA
VIRTUAL DE DIOS en las redes sociales, gracias al ESPÍRITU SANTO, y, a tu
preparación teológica, ya eres Sal de la tierra y Luz del mundo como dice el
evangelio. Y el segundo propósito de la Misión a ti encargada – siguió
diciéndome JESÚS – es que deberás invitar cordialmente a que todos los
creyentes del cosmos rindan su testimonio de fe en el espacio virtual de
nuestra Iglesia; que publiquen aquí también LOS MILAGROS que yo he hecho en
beneficio de ellos y que por último, todos los Teofistas (seguidores y amigos
de Dios) nos den las GRACIAS con mayúscula por todos los bienes y bendiciones
que hemos derramado abundantemente en sus vidas”.
Pensaba hacerle la
última pregunta a JESÚS DE NAZARET, cuando de pronto desperté de aquel
bienaventurado sueño, ya era bastante avanzada la mañana y sólo escuchaba la
armónica sinfonía de Ulises, como se llama uno de mis pajaritos preferidos,
quien desde el copo del almendro del patio de mi casa, con su placentero canto,
me daba los buenos días y GRACIAS, por ser su sempiterno protector.
Desde el momento en
que me fue revelado por Dios el objeto de mi Misión, me convertí de inmediato
en el hombre más feliz del mundo.
EMILIO SANTANDER RUIZ
ALDANA
Gracias por leernos,
por favor, has aquí tu comentario y dinos tu parecer acerca del Artículo que
acabas de leer.
Aquí publica para el
mundo tu TESTIMONIO de fe; los MILAGROS que Dios haya hecho en ti y da LAS
GRACIAS, por tu vida y todas las bendiciones que has recibido de Dios.
¡Dios bendiga a todos
los teofilistas de la tierra! Así sea.
EMILIO SANTANDER RUIZ
ALDANA
Autor, fundador y
creador de la I.V.D.
Felicidades, estoy segura que este espacio será un refrigerio espiritual para todos los que creemos en Dios.!! Bendiciones!
ResponderBorrarExcelente publicación, me satisface y llena de orgullo verlo cumplir con la misión de nuestro Padre y Señor. Que el Espíritu Santo lo siga iluminando y le de la sabiduría para continuar con éxito esta Misión. 🙏👏🏻👏🏻🙏
ResponderBorrarFormidable
ResponderBorrarLa misión de Dios en nuestra vida es un misterio para muchos, es un orgullo ver como esa misión en ti tío se empieza a materializar...! Gisela
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